8:30 PM. Centro de Monterrey.
Caía una ligera lluvia, el pavimento estaba muy resbaladizo, las calles solas, heladas y a lo lejos sólo se escuchaban sirenas. Apenas podía caminar de lo entumida que estaba pues la llovizna había hecho su trabajo. Antes de cruzar el semáforo, recordé aquel hombre que hace tiempo veía camino al trabajo. ¡Entonces tuve una idea! sin pensarlo me apresure para comprarle algo que pudiera mantenerlo alejado del frió por un momento.
Al llegar a comprar, la máquina no funcionaba, ¡eso no me detuvo!, recordé que a varios metros podía conseguirlo y caminarlos no me costaría nada.
¡Cuando por fin lo conseguí! camine más y más rápido con el anhelo de encontrarlo, me detenía y miraba por un momento cerca de cada esquina en la que antes lo miraba, pero no lo encontraba, camine por unos minutos más sin tener éxito, me disponía regresar a casa cuando a lo lejos vi a alguien sentado en la orilla de una banqueta, me llene de emoción, camine rápido hacia aquella sombra, de verdad quería darle aquel chocolate caliente y desearle un buen año, pero entre más me acercaba dudaba que fuera él, pues la sombra cada vez era más pequeña. Cuando por fin la luz me dejo ver, mire aquellos ojos cansados debajo de zarapes, no era él, pero como negarle un chocolate caliente aquella abuela que al darle un poco de mi ¡no podía creer!
Me retire poco a poco y al verla me seguía dando las gracias, aunque no haya sido él, cada momento ha valido la pena.
No dudes compartir un poco de ti “Si le das la mano a alguien ésta te será devuelta dos veces”
Merary Delgadillo
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